Al inicio de la segunda temporada
de Xtreme Club Lucha Libre mencioné que había mucho por que celebrar, y que la
fanaticada se merecía un regalo.
Por lo anterior, y utilizando mis
habilidades de manager, concerté un match de exhibición entre dos miembros del
club, los cuales, si bien es cierto no poseen actualmente una gran rivalidad
entre ellos, tienen a su haber el hecho que por sus matches transita la
historia de la lucha libre nacional.
¿Cómo resumir la historia en dos
nombres?, ¿Cómo reducir todo a un match?,
¿Cómo, en definitiva, retratar el nacimiento de una nueva era?
Fue hace ya doce años, los albores
del nuevo milenio ya eran una realidad, atrás habían quedado las celebraciones
y la vida había tomado su curso normal, avanzando lentamente, casi con un dejo
a resaca, por los calurosos días del varano capitalino. Hasta que una tarde, un
puñado de jóvenes luchadores, agrupados en la entrada del Teatro Caupolicán,
escuchaban atentamente la lectura de una misiva enviada por un padre molesto,
que añoraba las viejas formas de la lucha libre, incluyendo personajes, estilo
y rivalidades, una misiva que forzaría un cambio en los cuadriláteros
nacionales, un cambio que ya tenía algún tiempo de gestación.
Nunca nadie tuvo dudas que tras
esa carta se encontraba efectivamente un padre furioso, que nos enrostraba incidentes
que involucraban desde un luchador revisando su máscara en los escalones de una estación de metro, hasta
lo inadecuado que había sido para su hijo presenciar la primera lucha hardcore
que vieran los cuadriláteros nacionales, cargada de una violencia inédita, donde
la acción se desarrolló mayoritariamente fuera del ring y que termino con ambos
contendores atravesando una puerta dispuesta a forma de mesa mientras
ejecutaban una piledriver.
Todos esos incidentes fueron más que
suficiente para enfadar a ese padre que veía como su troupe comenzaba a ser
corrompida por una nueva generación de luchadores que no obedecían, ni
valoraban, los que él consideraba
los cánones más sagrados de la
actividad.
Esa misma tarde, y luego de
acabar de leer la mencionada carta a todos quienes llegaron al entrenamiento
ese día, Miguel Angel Fanfani dio por terminada la temporada de Titanes del
Ring, dejando la puerta abierta para lo que vendría.
Por su parte, el grupo de jóvenes
luchadores no estaba dispuesto a ver como sus sueños se desvanecían, a ser
meros testigos de cómo todo se desmoronaba, había llegado el momento que tanto
habían esperado, el momento de tomar el futuro en sus manos y valerse por si
mismos, el momento de remecer los cimientos de la lucha libre chilena y gritar
con fuerza su punto de vista.
Querían demostrar con hechos lo
que ya sabían por su propia experiencia, que la lucha libre de viejo cuño ya no
tenía cabida en un nicho de público cultivado por las transmisiones de la
entonces WWF, un nicho de público que, entre cintas de vhs , había ya descubierto
la propuesta de la Original ECW. Querían demostrar, dentro del mismo contexto,
que la culpa de las bajas asistencias registradas no eran las pequeñas y
esporádicas cuotas de extrema violencia que se divisaban en el show, sino los
grandes y permanentes espacios en que esa violencia se encontraba ausente, lo
cual era, precisamente lo contrario. Querían, en definitiva demostrar que
tenían la razón y que estaban preparados para dar el siguiente paso.
Fue así como, los entrenamientos se
retomaron masivamente en Centro Deportivo Carol Urzua, en calle Santa Rosa, donde
una multicancha de cemento con unas pocas y delgadas colchonetas escolares forjaron
el temple de la nueva agrupación, cuyos miembros, semana tras semana, acudían
sagradamente a los encuentros. Hasta que, al cabo de unos pocos meses, ya
habían cristalizado el concepto de lo que buscaban.
Santiago Sangriento (conocido
como Razor por aquella época) llegó con un logo y un nombre: XTREME LUCHA
LIBRE, y ya el sueño se veía más cercano. Luego vino el lugar, el Teatro
Novedades, y la fecha, el Jueves 13 de Julio del año 2000.
Y así llegó el día, Fernando
Abeleida dio la bienvenida al show, los temas de entrada invadieron el aire del
Teatro Novedades, sonó la campana… eran pasadas las 20 Horas de aquel 13
de julio del año 2000, y ya fue
definitivo, todo había comenzado. En ese momento sólo existían Mantis y T.N.T.
sobre el Ring, el teatro se encontraba a tope, la acción comenzaba, era el combate inaugural
de la noche, mientras la lucha libre nacional atestiguaba el nacimiento de un nuevo
capitulo. Sobre los hombros de aquellos dos luchadores estaba la
responsabilidad de dar la bienvenida a una nueva era.
Ellos abrieron el telón… de ahí
en adelante comienza la Historia
Fue cuando la antigua troupe…
Pasó a ser el Roster.
X3M FOREVER.
F.T.R.